En su comunicación, constató que sólo el 1% del alumnado LGTBIQ+ ha reconocido su orientación sexual en sus centros educativos, algo que reconoce «me llamó mucho la atención, no pensaba que en la actualidad fuera tan pequeño ese porcentaje». En este estudio también llegaban a la conclusión que la mayoría del estudiantado no consideraba seguro hablar de ello en las aulas, debido a los insultos y agresiones que sufrían.

Esta enfermera residente afirma no haber seleccionado el tema, sino que lo elaboró a partir de una sesión clínica a la que asistió. «Rápido me di cuenta de la importancia de abordar este tema y no podía cambiarlo por otro. Después de realizar la sesión y el póster me he dado cuenta de la necesidad que hay de poner en práctica programas de educación sexual que aborden la sexualidad al completo, incluyendo la diversidad sexual. Por muchos motivos, como conseguir que la población goce de una sexualidad saludable o eliminar la violencia contra la diversidad. Además, estos programas deberían ser implantados por matronas, pues la educación sexual es una de nuestras competencias», sigue.

Falta de recursos

García Caballero asegura que la falta de recursos es el principal motivo por el que programas de este tipo no se ponen en práctica. «Tanto en Atención Primaria, como en los colegios e institutos, se necesitan más matronas para que puedan materializarse todas las competencias que tenemos. Esto es prácticamente imposible si una sola matrona en Atención Primaria tiene en su cupo 2 o 3 centros de salud.

Con la realización de este estudio esta enfermera residente de matrona pone sobre la mesa la necesidad real de plantear un programa sobre educación y diversidad sexual que sirva a los adolescentes a abordar temas como anatomía, pubertad, ciclo menstrual o infecciones de transmisión sexual, entre otros.