“Una vez clarificado qué es, busqué aquellas enfermeras que respaldaban la espiritualidad en los cuidados para poder darle una base teórica al trabajo, y una vez hecho, exponer los beneficios encontrados en otros trabajos, las barreras percibidas en la profesión que impiden proporcionar este tipo de cuidado y ver qué soluciones hay para poder esquivarlas y llevarlas a la práctica, con algunos ejemplos de actuación”, afirma Giménez.
Tras el análisis, el enfermero concluyó que “la espiritualidad, dada su influencia en los procesos de salud-enfermedad, debe estar más presente a nivel disciplinar y profesional para un abordaje integral de la persona”.
“Como conclusiones más concretas encontramos que existe mucha información sobre la espiritualidad y su clara diferencia con la religión, las enfermeras en algunos marcos teóricos defienden su importancia, hay amplia evidencia de sus beneficios, las barreras encontradas hacen difícil su aplicación y, por último, que existen actuaciones que puede realizar la enfermera para llevar a cabo esa atención espiritual”, destaca el enfermero.
Para él, este premio significa que “por fin la espiritualidad, poco a poco, va encontrando el hueco que merece tener dentro de la disciplina y, de nuevo, poner sobre el tablero la importancia de aquello que no se puede ver, pero que está ahí, y la necesidad de atenderlo para conseguir unos cuidados de calidad”.
Ángel M. Gregoris