En la investigación, Natalia Emilia Rodríguez comprobó que durante los años comprendidos entre 1940 y 1977, las matronas murcianas vivieron grandes cambios culturales que les afectaron tanto a nivel personal como profesional. “Nuevas leyes y decretos regularon los itinerarios formativos y, paulatinamente, se produjo la institucionalización de los nacimientos, pasando de ser un acontecimiento propio del ámbito privado del hogar a integrarse como proceso hospitalario”, destaca Rodríguez.
Durante estos años, “las matronas fueron partícipes y precursoras del cambio social por el que las mujeres se incorporarían como profesionales al mundo laboral, compatibilizando su actividad en el ámbito público con el rol de madres y esposas asignado tradicionalmente a las mujeres”, revela la tesis doctoral de Rodríguez, que apunta que las matronas comenzaron a reivindicar su derecho a estudiar y desarrollarse como personas a través del desempeño de su trabajo.
Las matronas entrevistadas relataron como su ejercicio profesional estuvo condicionado por un contexto complicado durante los años de posguerra. “Ante las penurias vividas en los hogares, las matronas identificarían los nuevos hospitales surgidos en los años 60 como un entorno seguro que les reportaría grandes beneficios a ellas y a las futuras madres”, subraya Rodríguez.
Aun así, este cambio también acarreó un incremento en la medicalización e intervencionismo durante los partos y una pérdida de autonomía en el ejercicio de las matronas. Sin embargo, las instituciones generaron un espacio de encuentro para las profesionales permitiéndoles organizarse como colectivo y reivindicar toda una serie de mejoras laborales.
Rodríguez apunta que las voces de las matronas percibían su condición de mujeres como obstáculo añadido para acceder a la educación, por lo que el obtener una titulación les hizo sentirse pioneras y privilegiadas.
“Eran hijas, esposas, madres y, a la vez, matronas 24 horas al día, pudiendo en cualquier momento ser solicitada su presencia para asistir la llegada de un recién nacido”, recalca la matrona.
Para ella, tras conocer y estudiar a este grupo de matronas, es imprescindible “reconocerlas como mujeres pioneras que trascendieron los límites culturales de género en el contexto que les tocó vivir y como profesionales capaces de adaptarse a multitud de cambios con el objetivo primordial de conservar su espacio de trabajo junto a las mujeres y sus familias.
Ángel M. Gregoris