Este es sólo un resumen del extensísimo curriculum de Marilourdes de Torres, la enfermera que acaba de lograr la medalla de Oro del Colegio de Enfermería de Zaragoza. “Esta medalla es como si fuese el colofón de todos mis movimientos y desvelos para que la enfermera esté situada en el lugar preferente que le corresponde. Ya son varios premios y reconocimientos que he recibido, pero es que este es de mi colegio, de mis compañeros y eso es lo máximo”, afirma De Torres, y añade que “nos falta el sentimiento corporativo de otras profesiones”.
Fue el pasado 31 de enero cuando De Torres se enteró de la noticia de mano del presidente del colegio, Juan José Porcar. “Me eché a llorar. Vi claramente que no era una medalla por trabajar bien, pues hay otras muchas enfermeras que trabajan mucho y bien, vi que era una medalla de reconocimiento a mi trayectoria por haber encabezado todas las luchas y movimientos enfermeros desde que terminé la carrera”, destaca.
Desde que recibió este reconocimiento son muchas las felicitaciones que le han llegado a De Torres de familiares, amigos, compañeros… Entre ellos, la del presidente del Consejo General de Enfermería, Florentino Pérez Raya, y la vicepresidenta, Pilar Fernández.
“Orgullosa de Zaragoza y de ser enfermera. Maria Lourdes de Torres Aured, Marilourdes para sus amigos y compañeros, es a todos los efectos una profesional de diez. Con más de 41 años de trabajo a sus espaldas, la mayoría de ellos en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza, Marilourdes ha sido testigo y actriz de los grandes cambios que ha sufrido nuestra profesión en las últimas décadas”, destacaba Porcar durante la entrega, junto al Consejero de Sanidad.
Marilourdes destaca que al recibir la medalla lo que se le vino a la cabeza fueron los apoyos. “Mi padre, que me transmitió este gusano enfermero que cuando te atrapa no te suelta y sé que desde el cielo estará feliz comentando con mi madre y mi hermano (médico) lo orgulloso que se sienten los tres, junto a mi ‘hijica’, que se me fue”, se emociona De Torres.
Ángel M. Gregoris